domingo, 29 de marzo de 2015

La leyenda de "El Caleuche"

Se dice que su proa, desde las profundidades, abre las olas y su velamen, luminiscente, cargado de luces de San Telmo, opaca el brillo tras la tormenta.  

Navegando a todo trapo, bordeando la costa quebrada, va en busca de pescadores, o de sus hijos, para, en una distracción, integrarlos en su tripulación de espectros deformes y malditos por toda la eternidad.

Chiloé, la tierra maga,  al sur del Sur del mundo, es la cuna del Caleuche, el barco de arte, o brujo, que carga en su velamen de fantasía, con las creencias y supersticiones de todo un mundo maravillante habitado por duendes, sirenas, espíritus de las aguas y de los bosques.

En la Tierra de las Gaviotas pequeñas, que es lo que significa la palabra Chilwe, Chiloé en español, "El Caleuche" es la suma de la magia del Fin del Mundo, que cada noche de temporal, o de luna plena, aparece desde el mar profundo con Rumbo al Sur


El Caleuche según Frans Gris


A la sombra de la luna, El Caleuche, allá, bajo los mares, acoge entre sus cubiertas a los náufragos muertos. Mas, cualquier noche, volverá al Fin del Mundo.
Y aunque brujos y espectros, sus tripulantes pertenecen al Más Allá, fondean cada año en secretas caletas, para dejar consuelo y tesoros a los vivos.

martes, 3 de marzo de 2015

(Bebe la zurita en el charco de la calle)



Será que hoy se abren las viejas regiones del Soñar
Luces
              Siluetas
Las enormes bestias galopando por las sabanas
Difusas pieles
                         O en la niebla un gato negro

La constelación del agua late sobre la fragua de Vulcano   
en donde se batieran las armas que fueran el camino de la sangre
Ya es el tiempo del Aguador
                                                   que baja
y se posa como la torcaz sobre el agua del arroyo

Ya vendrá el tiempo de los Peces
                                                          Mareas
                                                                          Vientos y minerales
Los óxidos tiñen de misterios la boca de los amantes
que buscan rutas al silencio
                                               -opacos
                                                          liberados- en la amanecida de Orión


(Bebe la zurita en el charco de la calle)


Por sobre mi cabeza la Alianza
                                       La Promesa de reconocerme y no juzgarme
llegado el día y la hora
Bajo la esfera el Cinto del Arquero y una copa de madera antigua
Y es armado caballero el Guardador de lo que viene y de lo pasado
pues solo existe Ahora y ya no habrá una aurora de luces
                     (siniestras)
sobre los hielos de Boreas
                                               (ardieron bajo el sol oscuro)

El Austro murió en el atardecer que nunca llegó


(la zurita en el centro de la calle)


Frans Gris